Tres. Agosto me imagino que fue un Otoño emocional que me ha ido deshojando entre la maraña de miedos y las ilusiones que nos permiten soñar y tomar acción en nuestro objetivos. Pensé que iba a fallar, aunque todos los días desde las 5 a.m ha empezado mi proceso para avanzar con cada obra. Aprendí que a veces sobrecargamos el quehacer y cómo las cosas no suceden al instante, crees que no has avanzado, que no has hecho nada, y es todo lo contrario. Por eso, volví a mis páginas matutinas para estar en equilibrio, identificar lo que hago para poderme dar ánimo.
La razón fue muy sencilla: me sobrecargué con muchas ideas, en vez de seguir el plan paso a paso, así no sepa hacerlo, es mejor hacer cosas pequeñas.
El cuerpo cedió, me enfermé, me dolían los ojos y aún así seguí estudiando todo el proceso de autopublicación, toda la parte técnica que necesitaba absorber en el menor tiempo posible. Me quedé sin ojos, pues tuve que mandar a hacer otras gafas, y esa semana a tientas seguí estudiando. Muy mal, de nada sirve sobrecargarse para sentirte cansada el resto de días.
Hoy lo celebro, me gustaría hacer fiesta o un evento, pero más importante aún era contarte, porque me has leído y me has animado en algún momento del proceso. Así que antes de hacerlo público, quería que fueras cómplice de mi FELICIDAD.
Nota: Hay un secreto que no he revelado y aún trato de mantener en silencio, pero es muy probable que cuando leas las primeras páginas y llegues al final lo descubras. (Si lo haces o lo intuyes, escríbeme)
Seis. Aquí puedes escucharme leer uno de los poemas del libro.
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