Para mi estar en el Lab fue una experiencia revitalizante, un viaje que desatascó un proceso interior, en el que me sentía casi incapaz de volver a contar en imágenes, y a la vez de presentarme a mi misma a un entorno audiovisual, desde mi realidad incómoda presente. Me confrontó en primera instancia con mi manejo del tiempo, con mi lentitud frente a los procesos de creación, y con mis propias limitantes de realidad cotidiana. Al comienzo, viendo la densidad tan grande de material de consulta, y de ejercicios me atemoricé, sentí que no podría estar a la altura de consultar tanto material, de hacer tantos ejercicios, y en realidad quise dar marcha atrás y huir. Pero poco a poco, con la ayuda de mis compañeras del Lab, principalmente, me sentí apoyada y comprendida, y me dejé llevar por lo que cada día podía poner de mi atención y mi esfuerzo, para no dejar de nutrirme del encuentro, de las conversaciones con Juliana y las compañeras, desde ese lugar distinto, la escucha activa, la cocreación, el arte acción, que va tomando forma y sentido en el quehacer mismo, tan lejos a lo que nos han acostumbrado, esa mirada enjuiciadora y competitiva, rígida y que explora poco fuera de las formas conocidas.