P. D. 3. Querida persona que me lee,
En el segmento que recuerdo, estaba a punto de irme del lugar, había ido con un grupo de personas de planetas alternos, (de esos que aún dicen que no existen), de repente escuché la voz de una mujer del planeta azul, no entendía el lenguaje transoceánico que emitía, sin embargo, su melodía atravesó las interconexiones nerviosas y emocionales que muchas veces olvidamos por estar inmersos en tantas pantallas. Me detuvo al escucharla y busqué de qué escenario provenía el sonido, así fue que perdí al grupo con el que había ido.
El escenario vibraba, estoy segura que la constelación entera moría de ganas por asistir. me dejé llevar hasta que culminó la música con un suspiro colectivo, al que me sumé sin ser consciente de ello. Las personas quedamos como en un trance post canción, en un silencio intergalactico, las luces se apagaron y ella se esfumó.
Tenía la sensación de que mi cuerpo había recuperado su elasticidad, mis rodillas no me dolían y podía moverme como el viento, la melodía había fluido a través de mí, y en el mismo sueño sabía que esa voz la había escuchado o soñado antes. Al rato, en un pasillo gelatinoso, me encontré con la mujer, o más bien ella me encontró, porque me conocía. A los pocos milisegundos, la reconocí de la vida real, aunque nunca nos hemos visto de forma tangible, le seguí la cuerda, pues quién era yo para despertarme en medio de un gran sueño.
Me agradeció por haberme quedado a todo el show y agregó que no estaba segura si yo iba a estar presente y disponible. (No le entendí)
cuando se dirigían a mí, se convertían en humanos rubios que iluminaban la habitación y cuando hablaban entre ellos y ellas eran medusas con manos que destellaban luces eléctricas. Al rato me di cuenta, que hacía aparte de la tribu, pues Em, la mujer de la melodía, era mi pareja. Es decir, siempre lo había sido, aunque no me había enterado al inicio del sueño.
Nuestra pequeña medusa creció en un ciclo muy corto, o bueno aparentemente corto al tiempo de la vida real, la vimos crecer y al tomar su forma humana, -pues aquí debemos entender que en el sueño soy completamente humana era posible que la pequeña medusa se convierta en una humana completa-, la medusa se convirtió en un pequeño humano de unos cuatro años, rubio como su madre, aunque largo y frondoso como el mío. Inmediatamente el ritual del nombre se convocó, y todos entorno al pequeño esperamos a que abriera los ojos y emitiera un sonido, por el cual él mismo escogía su identidad.
¡Maravilloso! ¿por qué no se nos ocurrió esto antes? (en la vida real, me refiero)
Nuestro pequeño niño-medusa, abrió los ojos que destellan en un caoba brillante y al abrir su boca diminuta, emitió una melodía que terminaba en una sílaba: Loui.
P.D.(Dedicado a Em, que ya es la tercera vez que sueño y escucho esa melodía de su voz en la vida onírica y en la vida real)
Mis queridos hogares: