Pensar en las manos como una herramienta y un tesoro es algo que he pensando desde los 15 años, pues en esa época tuve una parálisis de los dedos meñiques y no pude escribir, ni usar las manos como herramienta durante un año.
En ese entonces tuve que aprender a pedir ayuda a mis amigas en el colegio, a mi madre, para que escribieran por mí los apuntes y ensayos (una tarea dura, porque no me gustaba que me hicieran las cosas).
Esto me hace reflexionar hoy, aunque escribir es un oficio solitario, la vida nos insiste en que necesitamos del otro para ayudarnos, colaborarnos, crear comunidad, reflexionar mutuamente, escucharnos, pues la escritura realmente no es el acto de volcarnos en el papel, sino el proceso que nos lleva allí y en ese lapso de tiempo estamos rodeados de los demás.
¿Cómo cuidas tu cuerpo?
¿Consideras tus sentidos como herramientas de creación?